pixelatl
 

Sin etiquetas

13-03-2018 - Staff Pixelatl

Sin etiquetas

Bitácora | Filosofía


México es un país en extremo desigual, y lleno de prejuicios clasistas y racistas, y de una incapacidad creciente de reconocernos en los demás. El individualismo -extendido a los lazos familiares y amistades- poco a poco nos va caracterizando más, exacerbando esa gran brecha social dada por las diferencias económicas.

Es decir: el racismo -y su forma descafeinada de clasismo- que tanto criticamos (por ejemplo, en el discurso del tirano del norte), nosotros lo ejercemos a cabalidad en lo cotidiano en el modo como miramos a quienes están en una condición más difícil, y en el modo como ignoramos a tantos otros que, al no ser familia o amigos, sentimos ajenos, casi como extranjeros.

Cuando nos miramos entre nosotros no miramos a compatriotas, a otros con quienes tenemos un piso común dado por tierra y contexto -de hecho contextos distintos nos hacen sentirnos ajenos unos de otros.

Y así como discriminamos e ignoramos, también somos discriminados e ignorados por tantos otros en una aparente mejor condición, y que asumen que por ello son mejores que el resto y aún merecen más. Y los abusos frecuentes -de quien tiene más dinero, o influencia política o capacidad de ejercer la violencia de modo impune- y la indolencia permanente del resto, han hecho que el enojo esté a flor de piel en todos.

Más allá de partidos políticos, más allá de propuestas, y promesas y programas, si queremos salir adelante debemos superar esa situación que está tan arraigada en nuestra cultura.

En Pixelatl creemos que el primer paso para para cambiar esta condición social, es el reconocimiento del otro como igual, “corazón a corazón”. Esa es la concordia.

Y para encontrarla, es necesario hacer un esfuerzo por dejar las etiquetas.

No pobre y no rico. No capacitado ni incapaz. Antes que todo, humanos. Así se construye un nosotros. Y cuando lo entendamos -y vivamos- podremos salvarnos.

Sólo unidos prevalecemos: unos a otros nos sustentamos.


Nota: Esta es una reflexión derivada del Manifiesto 2018. Revísalo aquí



Anterior en la bitácora Siguiente en la bitácora